martes, 8 de abril de 2008

Certamen Nnal. de Canción de Autor Jaén'87

Sin duda, asistir al Certamen Nacional de Canción de Autor, que en el año 87 tuvo lugar en Jaén, fue una bonita experiencia que me dio pié a vivir el haber ganado el Murcia Joven de ese año. Vivía yo entonces en Albacete, donde estudiaba la especialidad de Filología Francesa de Magisterio. Unos cuarenta alumnos mas ó menos, repartidos entre las especialidades de Inglés y Francés integrábamos el aula. El Certamen fue en Octubre, creo, y como aún no teníamos exámenes, ni nada importante a la vista, pude permitirme el lujo de ausentarme de las clases toda la semana que duró. La profesora de Literatura, una señora ya muy mayor de la que no recuerdo el nombre, me apodó “la poeta”, pues al hecho de mi ausencia por el motivo que sabéis, se unía el de haber escrito en clase algunos poemas, que ella pidió como trabajo, poemas que al parecer le habían gustado mucho. Así que cuando ella me nombraba sin recordar quien era, y mis compañeros respondían “está en Jaén” ella, según me contaban, siempre exclamaba: -“¡ Ah, la poeta…!”- Yo tenía entonces unos 19 años y mis padres me acompañaron durante toda mi estancia en Jaén. Fuimos en nuestro coche, pero una vez que llegamos allí, ellos se instalaron por su cuenta en el mismo hotel en el que yo estaría toda la semana, a gastos pagados, como el resto de los colegas. El hotel era el Condestable Iranzo, un hotel precioso y céntrico, muy cerca del Teatro Asuán donde tendría lugar todo el desarrollo del certamen. Que mis padres me acompañaran fue muy gratificante, porque yo iba completamente sola, sin músicos, sin amigos con los que poder guarecerme un poco y compartir, al menos, las primeras impresiones. Mi padre, nada más llegar, quiso dejarme claro que yo podía ir con entera libertad a mi rollo, que estaban por si les necesitaba en algún momento. Así que en el restaurante, por ejemplo, ellos comían en una mesa distinta a la que compartíamos todos los concursantes. Fue muy bonito, porque a veces iba con mis padres a conocer cosas de Jaén, a pasear por allí para calmar un poco los nervios, y en otras ocasiones me iba con los colegas, con quienes más me relacionaba, de excursión a Córdoba o simplemente, nos dedicábamos a cantarnos unos a otros nuestras canciones en una habitación, mientras uno nos hacía adornos con su sintetizador, otros copiaban las letras que les gustaban… Cuando llegamos al hotel, el primer día, nos juntaron a todos en el hall para darnos las habitaciones. Yo compartiría habitación con Isabel Montero, que era la pareja artística del conocido ahora Paco Ortega. Por entonces yo no los conocía. Paco aparentaba ser un “nervio”, un tipo con mucha vitalidad y también algo engreído para otros. Hizo un comentario que en otros cayó fatal, porque dijo que él, además del traje para actuar la primera noche, se había llevado el bonito para la gran noche final, en la que actuaría como ganador. Yo a aquello no le dí la menor importancia, pero hubo quien no se lo tomó bien, y menos cuando realmente actuó, junto a Isabel, como ganadores. Isabel me impactó por su aspecto; por cierto, que le escribí hace poco a través de My Space en internet, para contarle que estaba escribiendo sobre todo esto. Ella fue, por decirlo de algún modo, la primera punk de verdad que yo ví. Llevaba el pelo claro a media melena, rapado a los lados y de punta en la parte de arriba, unas mallas de rayas verticales y un walkman con el que iba a casi todas partes. Luego en un viaje que hice posteriormente a Madrid, ví a los punkies de verdad, con verdaderas obras de arte en el pelo, con sus gabanes negros, sus maquillajes tristes…Vistos así Isabel era una chica muy normal, pero para una provinciana como yo, sin mucho mundo, pues ella no me pasó nada desapercibida. Pero mi sorpresa aun fue mayor cuando me dijeron que era mi compañera de habitación. Y fue un lujo tenerla de compañera. Con ella descubrí una vez mas que las apariencias a veces engañan. Era una chica sensible, jovial, muy independiente y muy respetuosa también. Si se acostaba después que yo, siempre me preguntaba si había hecho ruído, si me había molestado. Por supuesto que no. La recuerdo como una chica sencilla y amable. Al contrario que Paco ella nunca hablaba de ganar, ni hacía que nadie se sintiese inferior. Tenía una voz impresionante y su presencia en el escenario brillaba más que la de Paco. Y cayó bien a todo el mundo. Tal vez penséis qué importancia puede tener todo esto para recrearme en estas percepciones. Pues la tiene. Cuando llegaron las noches, y las actuaciones con ellas de cada uno de nosotros, fue cuando realmente se tejieron las relaciones entre los participantes. Y esto sucede porque es en el escenario, cuando ves qué hacen los demás. Es ahí cuando surge la admiración, la indiferencia, el compañerismo o la rivalidad. No recuerdo pero creo que actué la cuarta o la quinta noche. Antes de mi actuación ví grupos estupendos como los canarios, o los de Mallorca, o los de Galicia, con Mayte como vocalista y Rafael Pereira con quien fui más afín como bajista, creo, de hecho nos escribimos alguna carta después. Él grabó con un grupo pop que sonó un tiempo, “Los Limones”. También vi a un chico, que iba solo con su guitarra como yo (fuimos los únicos solistas) sufrir en el escenario. Estaba hecho un manojo de nervios y para colmo, se le rompió una cuerda en plena actuación, lo que acrecentó más su nerviosismo. Y vimos la actuación del famoso Paco y de Isabel Montero. Sin duda fue la mejor, la que más impactó por ejecución, puesta en escena … No les faltó detalle. De hecho sus músicos eran profesionales; no estuvieron allí como todos nosotros en el hotel varios días. Fueron para actuar, y cómo no, para la gran noche, como vaticinó Paco. Por eso aquella actuación le dolió a algunos. A mí y a mis padres, solo nos produjo una buena diarrea, lo digo sinceramente, porque nos sentíamos muy pequeños después de verles. ¿ A dónde iba yo sola con mi guitarra…? ¡Y que no se me rompiera una cuerda como al chico aquel!. Tuve que hacer un gran trabajo mental para no acoquinarme con todo lo que estaba viendo allí. De Paco comentaban que todo estaba vendido, que por eso presumía de tener preparado el traje de gala, que sólo alguien con esa seguridad de éxito era capaz de contratar músicos para dos noches, y qué sé yo… Pero para mí todo aquello debía de carecer de importancia. Sólo de trataba de cantar, ni siquiera ya de competir, por lo que se veía que era imposible. La compañía de mis padres me ayudó a distraerme y a ver aquello como una bonita e interesante experiencia.. Mi actuación fue impecable. Me faltó estar más suelta en el taburete, me ví en un vídeo agarrotada. Pero la voz, la guitarra, y las presentaciones de los temas, muy bien. A nadie le fui indiferente. Gustaron mucho mis letras y fui halagada con una mención especial por ello. Carlos Tena me enseñó la unidad móvil de RNE con la que grababan todo, de hecho nos mandó a casa mi actuación en una cassette. Los técnicos de sonido, BERENICE, me sonreían cuando entrábamos al teatro, me felicitaron también. Me sentí valorada pese a lo pequeña y mal que había llegado a sentirme días antes.
Aquella experiencia me aportó mucho en lo musical y en lo personal, me enseñó sobre la relatividad de las cosas, sobre la diferencia que puede haber entre como te ves tú y como te ven los demás, me dio seguridad en lo que hacía y, sobre todo, me enseñó a vivir la música como una forma de expresión, ni mejor ni peor que otras, simplemente la mía. Por supuesto me traje el corazón lleno de buenos recuerdos. Desde aquí un cariñoso saludo a todos ellos, a Isabel, Rafael Pereira, Paco Ortega y a aquel solista que lo pasó tan mal del que, pese a no recordar su nombre, nunca me olvido.