martes, 30 de septiembre de 2008

La fuerza del destino

Si váis leyendo toda la historia, desde el principio, podréis caer en la cuenta, como también yo he caído releyéndola, de que existe un destino. Yo no creía antes en eso, pero no he tenido más remedio que aceptar, que existe algo que tan pronto te pone las cosas en el camino como te las quita. ¿ Por qué?. Pues obviamente porque, en mi caso, tenía otra cosa para mí, lo que tengo ahora: mi propia familia, una vida tranquila en mi pueblo, en el que ahora me encuentro muy a gusto, una plaza de funcionaria que me da mayor seguridad y que me permite seguir dedicando tiempo a mi pasión por la música. Desde luego que seguro que no terminará todo aquí. Y en cuanto a la música, no sé a dónde me llevará el destino. Puedo decir que a veces he estado a punto de mandarlo todo al cuerno, pero entonces justo en ese momento, me sale alguna actuación, algún compromiso que me hace “subirme al carro de nuevo”. Y ya no pierdo el tiempo en averiguar por qué las cosas suceden así; simplemente suceden y las vivo. Sólo al final de nuestros días, con un poco de suerte, podremos sacar algunas conclusiones. Pero es inútil buscar la respuesta en el momento.
Tocando fondo fue como regresé a mi lugar de origen, Cieza. Volver a empezar no fue fácil. No puedo decir que tuviera verdaderas amigas, las que circunstancialmente tenía al irme a Albacete, también vivían fuera o tenían pareja. No tenía trabajo ni la libertad de movimiento que había tenido. Volvía a vivir con mis padres viniendo de la independencia, a una edad en la que debería ser independiente. De música, ni hablamos. Yo, era una chica de unos 26, 27 años, que a mi entender, y para los esfuerzos que había hecho en tantas cosas, no cumplía ninguna expectativa. Fué una situación frustrante que duró algo más de un año. Pero el destino volvió a acordarse de mí y después de tenerme como en un paréntesis, empezó a darme “movimiento”. Así puso en mi camino a un chico de Cieza, que no había visto en mi vida, que no pertenecía a mi generación, ni tenía relación con música o espectáculo. El sí sabía quien era yo, aunque ya no cantaba cuando nos conocimos. Era muy tímido y me decía que si alguna vez volvía a cantar, no sabía si llevaría bien lo de salir con una chica conocida. Pero dice el refrán, que “ si naciste para martillo del cielo te caen los clavos”. Así que la TV. Local, me pidió que cantase para la grabación del programa de fin de año, en un aula cultural. Fue entonces cuando me escuchó el responsable del aula, contratándome para una actuación con Caja Murcia. Juanma, el chico de quien hablaba, que ahora es mi marido, me animó a seguir cantando pues , a su juicio, lo hacía bien y no le avergonzaba para nada. Mas tarde me llevaría a conocer locales en Murcia como “La Puerta Falsa”, en los que actué. También me animó a presentarme a un certamen regional , que el Ayuntamiento de Ceutí organizaba por 1ª vez, “CANTIGAS DE MAYO”. Daban como premio la posibilidad de grabar un disco a siete seleccionados; y ahí estuve yo, siendo la única mujer del disco, del que el diario “LA OPINIÖN” repartió 25.000 copias, creo… Por aquel certamen, se creó la Asociación de Cantautores de la Región de Murcia, de la que junto a compañeros inolvidables como Jesús Cutillas, Pedro Rosique o Francisco José Tomás, entre otros, fui miembro fundador, compartiendo con ellos actividades culturales y buenos momentos…
Y así he seguido haciendo cosas hasta el día de hoy, en el que me encuentro celebrando mis 25 años de trayectoria musical, cantando y viviendo nuevas aventuras que espero seguir compartiendo con vosotros, si el destino me lo permite. Y es que el destino…existe , aunque no sepamos qué nos depara.

martes, 9 de septiembre de 2008

Tocar fondo

He mencionado que viví en Albacete, casi siete años… Los tres primeros fueron los mas bonitos, en todos los aspectos. Me ví allí, por una de esas carambolas que te hace el destino, estudiando Magisterio. Me adapté al momento, fui a vivir con unas chicas a las que no conocía de nada pues lo mío hubiese sido ir a estudiar a Murcia y haber buscado un piso con mis compañeras de instituto y todo eso. Pero quiso la vida que estudiase en un lugar que no conocía de nada. Mis compañeras de piso, que eran todas de Hellín y se conocían, eran majísimas. Y en esos años, con ellas compartiría anécdotas de éxitos, las canciones nuevas que iba componiendo, ensayos, mi primera grabación… Al año de estar allí, surgió mi primer concierto. Fue para la Escuela de Magisterio dentro de unas actividades culturales que se programaron. Nunca ví en las amigas de mi pueblo la ilusión que tenían aquellas compañeras de piso por verme cantar. Me vestí con ropa que ellas me dejaron para la ocasión, aún recuerdo la alegría que se respiraba en el piso aquella tarde de invierno, muy fría por cierto. Allí también me enamoré y quiso el destino que no fuese de un chico cualquiera. José Miguel estudiaba también Magisterio, dándose además la casualidad de que junto con sus hermanos, ponía focos en algún que otro evento. Ellos pusieron aquella tarde el toque de luz y color, que hizo que el Salón de Actos tuviese un escenario bonito. Un profesor sugirió que colocasen también unos macetones que tenía en su despacho, en los extremos del escenario. Es un gozo sentir que se transmite ilusión a otros, porque esa ilusión de los otros alimenta a la vez la mía. El concierto fue un éxito. Teresa, la profesora de Pedagogía, nos invitó después a tomar unas tapas al grupo de amigos que nos juntamos al final…
En el piso mis compañeras, que eran como hermanas, eran las primeras en escuchar los temas que componía. Digo esto porque en mi casa siempre fui muy reservada para eso, de hecho de no haber sido por lo que os conté de Aute en uno de los primeros capítulos, en mi casa no se habrían enterado de este hobbie hasta sabe Dios cuando. Así que en aquel piso compuse la mayor parte de las canciones de mi primer disco, como “A los Hijos del Asfalto”, “La obra mas bella”, “Que yo te sigo amando”… Quiso el destino también que paralelamente a mi carrera musical, fuese creciendo la de José Miguel y sus hermanos con los focos, y que lo que empezó como una diversión se convirtiera en una empresa que llegó a iluminar a artistas como Alfredo Kraus , quien les felicitó por el trabajo que hicieron en un concierto que dio en la Feria de Albacete. Ellos iluminaron el concierto que dí en la Plaza de España en Cieza, por Feria. Fue en Agosto del 88, uno de los mas importantes que he dado aquí, por el recinto, el público y porque sería yo la artista contratada para cerrar la última noche de las Fiestas Patronales. Como nadie es profeta en su tierra, dijeron de mí algunas malas lenguas que yo iba de especial por ponerme los focos aquellos tan chulos, una empresa de fuera. No sabían esas lenguas que a los de los focos y a mí, nos unía otra relación que iba más allá de lo profesional, aunque años después, por otro capricho del destino, aquella relación quedase sólo para el recuerdo. El caso es que viví y compartí mis mejores momentos con gente estupenda a la que nunca olvidaré. Según he sabido después, aquella empresa de iluminación, que empezó llamándose Fase Tres y después Onda Tres porque se unió a la de sonido Triple Onda, terminó disolviéndose porque los hermanos que la llevaban consiguieron buenos trabajos estables, aunque llegaron a forjar una gran empresa, por la calidad y la envergadura de sus trabajos. Pero quien esté en este mundo sabrá que es un trabajo muy bonito y muy sacrificado , de terminar tardísimo, viajar mucho y de noche… Así que con el tiempo lo dejaron. Aunque antes de que aquellas aventuras terminaran, compartimos pruebas con material nuevo, algunos montajes como el de Alfredo Kraus, para el que buscamos por todas las tiendas de Albacete metros y metros de una tela negra para hacer el telón de fondo del escenario, y otras anécdotas.
Si no hay mal que cien años dure, tampoco hay bien que dure cien años, y como todo, aquellos años fueron yendo a menos poco a poco. No sabría decir el porqué, simplemente sucedía. Al arraigarme tanto en Albacete, no desarrollé curiosidad por conocer Murcia. No sé como sería por los ochenta, pero seguro que tenía otra movida, ya que Albacete entonces era una ciudad que parecía más un pueblo grande, carente del ambiente universitario de Murcia. Por aquella época no era la canción de autor lo que mas se oía, sino el conocido pop -rock de los 80 con Olé-Olé, Aereolíneas Federales, Hombres G, Los Toreros Muertos… De hecho, en algunos de los concursos a los que fui, no existía la modalidad de Canción de Autor como tal; a lo que yo hacía se le llamaba Folk. Sí que fue por entonces lo de Aute y su “Cuerpo a cuerpo”, pero esta es una canción que no es de multitudes. Así que no sé si habría circuitos y locales para tocar, porque como tampoco tenía coche, ni edad para irme con él a conocer sitios y cuando iba a cantar lo hacía para ayuntamientos, pues no sé si me perdí otra forma de hacer conciertos, forma que conocería años después cuando me estableciera en Murcia. El caso es que muy enamorada y feliz con la vida que llevaba y las amistades que tenía, me desentendí de mi tierra, hasta que pasados unos cinco años, me encontré en un piso que ya no era aquel piso alegre, con unas compañeras que nada tenían que ver con aquellas que, una vez terminada la carrera se marcharon. Con un novio que no tenía claro si éramos novios o amigos con derecho a roce, a pesar de los años que compartimos, y con unos sueños que se desvanecían porque ya no los alimentaba. Allí no había locales en los que hacer algo de vez en cuando. Mi padre que había sido mi manager se había desentendido porque esto le estresaba mucho, y como él había puesto mucho esfuerzo en cosas que luego quedaron en nada, como lo de aquel viaje a Madrid, pues quería que se me fuera pasando la cosa. Siendo una chica, tampoco gozaba de una total libertad de movimientos; de hecho no me saqué el carnet de conducir hasta los veinticinco años, porque mi padre decía que “ a dónde iba una señorita soltera con coche”, una frase burlona con la que quería enmascarar el miedo, comprensible, que un padre tiene de ver a su hija “volar”. Ni siquiera el novio de entonces, gozaba de esa libertad total, pues para ser un chico, coger un coche para ir de Albacete a Cieza a verme en vacaciones le suponía un disgusto en su casa. La cuestión es que era otra época y no sé si fue por todo o por nada que todo se desmoronó como un castillo de naipes. Para colmo de males tuvieron que operarme dos veces por artrosis prematura en las rodillas. Al intubarme para la anestesia en la segunda operación , debí sufrir alguna lesión de laringe que me impedía cantar bien y que me producía muchas molestias. Aquello sería el remate para abandonar. Había terminado todos los estudios que cursé, tenía un trabajo en una clínica dental en la que echaba once y doce horas muchos días, cobrando cuarenta y cinco mil pesetas y sin cotizar a la Seguridad Social. Sin pareja ni amigos ya no tenía sentido seguir allí. Así fue como toqué fondo y así fue también como tomé fuerzas para subir a la superficie.

Volver a mi pueblo fue difícil. Las amistades que pudiera haber tenido alguna vez eran casi inexistentes. Unas porque tal vez nunca lo fueron; otras porque como yo, se fueron y volvían ocasionalmente. Las que no se marcharon iban a casarse y a llevar otra vida. Y es duro volver y encontrarte descolocada, sin amigos de verdad, sin empleo, en casa de nuevo con unos padres que quieren disimular que no te controlan, en un pueblo donde no era una desconocida, pero donde precisamente por eso, la gente se hace de ti unas ideas, que hay que ver lo que cuesta luego desmontarlas.

miércoles, 16 de julio de 2008

Luces y sombras

Como podéis ver, todos tenemos un lado luminoso y un lado oscuro, yo también. Si hablamos de famosos, como Sabina en España, por nombrar a un cantautor, todos tienen sombras en sus historias. Lo que ocurre es que cuando todo ha pasado, lo malo parece menos malo. Incluso según como se cuenten, pueden parecer hasta historias interesantes, apasionantes. Todos nos hemos imaginado a Sabina viajando en sucios trenes, compartiendo viejos colchones con chicas que se le rinden al paso, “chocando esos cinco” con los quinquis que le reconocían al salir de un fotomatón… Anécdotas que han alimentado muchas de sus canciones y que algunas serán ciertas y otras mera fantasía con la que se juega también para inventar una canción. Ciertas o no, sí es verdad que, como él ha contado, ha tenido sus momentos hasta llegar a ser hoy, si no el mejor, uno de los mejores cantautores por las historias que narra y las descripciones que hace en sus canciones. Y si nos vamos a artistas mundialmente conocidos como Madonna, ¿quién no sabe de sus duros comienzos, de su familia desestructurada, de su relación con el porno…?. Es admirable, ahora todo lo convierte en oro y la llaman “La Ambición Rubia” y posiblemente en sus peores momentos no presagiaría ni lo más mínimo lo que sería después. O puede que sí, porque para llegar a donde ha llegado, a parte de suerte, ha tenido que tener muy claro su objetivo por el que luchar y luchar tanto, hasta conseguirlo
Yo no he pasado por momentos tan duros como Madonna, ni creo que sea justo que se tenga que pagar el precio que algun@s han llegado a pagar para conseguir el éxito. He sufrido desengaños, he sido víctima de alguna injusticia, me han hecho proposiciones que he rechazado con una simple mirada y que me han puesto de mala leche, pero nunca me he sentido “sola ante el peligro” porque en la época en que más vulnerable podía ser, siempre conté con el apoyo y el cariño de los míos y eso es muy importante, sobre todo en el caso de chava@s que empiezan muy jóvenes y muy ávidos de éxito. Si cuento todas estas experiencias, no es porque me crea mejor que nadie, ni porque quiera hacerme la interesante. A todo el mundo no le gusta hablar de sus malas rachas, de sus fracasos. Pero después de los realyties televisivos que he visto, en los que todos hemos podido ver como machacaban a aspirantes a cantante, a modelo, no he podido imaginar lo que tiene que vivir una chica de esas, borracha de “reconocimiento” después de la resaca, cuando ya no quede nada. Rosa, de la 1ª OPERACIÓN TRIUNFO, si mal no recuerdo, fue la primera víctima conocida de aquello. Creo recordar que sufrió no sólo de problemas físicos con sus cuerdas vocales, sino también psicológicos. Supongo que habrá más como ella y peores, como supongo que ya firmarían sobre qué cosas no podrían hablar nunca… Sería interesante oírles hablar…
He conocido a gente que lo ha pasado mal por el éxito, a gente con trágico final porque no supieron encajar lo que se les venía encima; cuando triunfaban se creían los mejores y cuando el momento se pasaba no podían soportarlo. Conocí hace poco a un chaval en la red, que estaba haciendo sus pinitos en la música, que me decía que sus padres le regañaban porque los estudios los tenía un poco aparcados con tanta ilusión. Le dije que la ilusión no había que perderla, pero que como era tan jóven, no debía descuidar otras cosas, que tampoco debía perder el Norte.
Este año, en Agosto cumpliré 25 años de seguir en el empeño, 25 años componiendo, pisando escenarios… No terminó todo tras aquel viaje a Madrid, ni con los días de soledad del último año que viví en Albacete, ciudad en la que estuve siete años y en la que maduré mis mejores y mis peores momentos y en la que toqué fondo también. Pero dice el refrán que “no hay mal que cien años dure”. Me convertí en cenizas para resurgir de ellas, como el Ave Fénix. Pero eso os lo contaré otro día; dos niños hambrientos me esperan para salir a merendar.

miércoles, 2 de julio de 2008

XII, Viaje a Madrid de la mano de Sabina.

Después de aquella bonita vivencia en el Certamen Nnal. De Jaén, decidimos ir a Madrid. Digo decidimos, porque mi padre siempre estaba conmigo en todo esto. De hecho, como ya he dicho alguna vez, creo que muchas de las vivencias que he tenido en el mundo de la música, no habrían tenido lugar de no haber sido por la disposición que mi padre manifestaba para ayudarme.
El viaje a Madrid no fue porque sí. Tuvo lugar por Noviembre. Todo empezó porque ese verano Sabina vino a Cieza. Estaba con la gira que promocionaba su doble LP “Sabina y Viceversa”, de grandes éxitos. Parra Molina , un conocido agente de espectáculos, que por entonces traía a todos los grandes artistas, me conocía y me lo presentó durante los ensayos. Sabina nos dijo que nos esperaba en el hostal donde se alojaba, el Mesón del Moro, para charlar y tal. Así que a la hora que nos dijo, mi padre y yo nos presentamos en su habitación. Nos recibió con mucha simpatía, nos presentó a sus músicos, me firmaron el disco Paco Beneyto (batería) y Manolo Rodríguez (guitarra). Sabina nos pidió que le acompañásemos al comedor invitándonos a cenar con el. Y fue entonces, cuando nos animó a que fuésemos a Madrid; nos echaría una mano en la entrega de mi primera maqueta a las discográficas y por supuesto nos daría la oportunidad de actuar en su local, el “ELIGEME”, local que por entonces tenía compartido creo que con un tal Claudí, no recuerdo ahora si era un periodista o qué. El local estaba en el barrio de Malasaña, eso sí que lo recuerdo…Nos dio su telefono y nos insistió varias veces en que teníamos que ir, y desde luego llamarle antes. Mi padre le dijo que lo pensaríamos y así quedamos. Abandonamos el hotel borrachos de promesas e ilusiones. Vimos el concierto con mucha emoción y una vez finalizado Parra Molina nos acompañó hasta el bajo donde Sabina se refugió tras terminarlo. Allí nos despedimos de él me dedicó el disco, y nos animó una vez más a ir a Madrid.
Yo nunca había estado en Madrid, fuimos dispuestos a pasar quince días. Antes telefoneamos a Sabina, a Aute que nos advirtió que andaba muy liado con una exposició de pintura que estaba preparando y a mi paisano el pintor Pepe Lucas, que fue como una ola de aire fresco en el tiempo que compartimos con él. Ya estábamos alojados en un hostal y todavía no habíamos conseguido contactar con Sabina. Llevábamos tiempo intentándolo, pero nada. Quedamos en vernos con Aute, que hizo por estar una noche, un ratito con nosotros en el “Elígeme”. Llegar hasta aquel local era una aventura, pero si aventura era llegar, no os digo irse de allí… A las tres de la mañana, no había taxista que quisiera parar allí a recoger a nadie y marcharte de allí andando era jugártela. A pesar de los pesares, estuvimos apareciendo por allí varias noches, hasta que al fín vimos a Sabina. ¡Sabina!. No me avergüenza decir que si habló con nosotros cinco minutos, ya estoy diciendo mucho. Nos invitó a tomar lo que quisiéramos y eso fue cuanto hizo por nosotros. Seguramente alguien podría decirme “tratándose de Sabina eso es lo más normal”. Posiblemente habrá quién se lo ría todo por ser simplemente quien es. Pero a mí nunca se me ocurriría animar a hacer un viaje de tres horas a alguien ofreciéndole mi ayuda e ilusionándole, para luego dejarle en la estacada. Asimilando que todo se trataba de una jugarreta por su parte, tratamos de tomarnos las cosas de la mejor forma posible. Fuimos por nuestra cuenta con nuestra cinta bajo el brazo, como una auténtica provinciana, y a mucha honra, a algunas casas discográficas en las que dejamos una maqueta con más pena que gloria. Visitamos los estudios de Jose Luis Moreno, con quien pudimos hablar, y nos invitó a ver la grabación de uno de los programas de noche, que por entonces presentaba. El pintor Pepe Lucas nos invitó a pasar un día con él; nos llevó a “Perico Chicote” al “Café Gijón” , nos enseñó su estudio donde disfrutamos viendo pinturas maravillosas. Fui al cine a ver “La Misión”, un cine en el que aluciné con el sonido que tenía. Monté en metro, ví El Retiro…Y antes te que transcurriesen los quince días nos vinimos a casa. Yo no sentía que pintara nada allí, me sentía perdida como un pájaro en un garaje, extraña como un barco sin polizones, violenta como un niño sin cumpleaños, como diría Sabina, el mismo que viajaba en trenes que iban a ninguna parte, el mismo que por sus canciones parece tan cercano, hasta con los grupos mas marginales, el mismo que es de los mejores cantautores que ha parido este país, Sabina, el mismo que una vez me engañó a mí.

martes, 8 de abril de 2008

Certamen Nnal. de Canción de Autor Jaén'87

Sin duda, asistir al Certamen Nacional de Canción de Autor, que en el año 87 tuvo lugar en Jaén, fue una bonita experiencia que me dio pié a vivir el haber ganado el Murcia Joven de ese año. Vivía yo entonces en Albacete, donde estudiaba la especialidad de Filología Francesa de Magisterio. Unos cuarenta alumnos mas ó menos, repartidos entre las especialidades de Inglés y Francés integrábamos el aula. El Certamen fue en Octubre, creo, y como aún no teníamos exámenes, ni nada importante a la vista, pude permitirme el lujo de ausentarme de las clases toda la semana que duró. La profesora de Literatura, una señora ya muy mayor de la que no recuerdo el nombre, me apodó “la poeta”, pues al hecho de mi ausencia por el motivo que sabéis, se unía el de haber escrito en clase algunos poemas, que ella pidió como trabajo, poemas que al parecer le habían gustado mucho. Así que cuando ella me nombraba sin recordar quien era, y mis compañeros respondían “está en Jaén” ella, según me contaban, siempre exclamaba: -“¡ Ah, la poeta…!”- Yo tenía entonces unos 19 años y mis padres me acompañaron durante toda mi estancia en Jaén. Fuimos en nuestro coche, pero una vez que llegamos allí, ellos se instalaron por su cuenta en el mismo hotel en el que yo estaría toda la semana, a gastos pagados, como el resto de los colegas. El hotel era el Condestable Iranzo, un hotel precioso y céntrico, muy cerca del Teatro Asuán donde tendría lugar todo el desarrollo del certamen. Que mis padres me acompañaran fue muy gratificante, porque yo iba completamente sola, sin músicos, sin amigos con los que poder guarecerme un poco y compartir, al menos, las primeras impresiones. Mi padre, nada más llegar, quiso dejarme claro que yo podía ir con entera libertad a mi rollo, que estaban por si les necesitaba en algún momento. Así que en el restaurante, por ejemplo, ellos comían en una mesa distinta a la que compartíamos todos los concursantes. Fue muy bonito, porque a veces iba con mis padres a conocer cosas de Jaén, a pasear por allí para calmar un poco los nervios, y en otras ocasiones me iba con los colegas, con quienes más me relacionaba, de excursión a Córdoba o simplemente, nos dedicábamos a cantarnos unos a otros nuestras canciones en una habitación, mientras uno nos hacía adornos con su sintetizador, otros copiaban las letras que les gustaban… Cuando llegamos al hotel, el primer día, nos juntaron a todos en el hall para darnos las habitaciones. Yo compartiría habitación con Isabel Montero, que era la pareja artística del conocido ahora Paco Ortega. Por entonces yo no los conocía. Paco aparentaba ser un “nervio”, un tipo con mucha vitalidad y también algo engreído para otros. Hizo un comentario que en otros cayó fatal, porque dijo que él, además del traje para actuar la primera noche, se había llevado el bonito para la gran noche final, en la que actuaría como ganador. Yo a aquello no le dí la menor importancia, pero hubo quien no se lo tomó bien, y menos cuando realmente actuó, junto a Isabel, como ganadores. Isabel me impactó por su aspecto; por cierto, que le escribí hace poco a través de My Space en internet, para contarle que estaba escribiendo sobre todo esto. Ella fue, por decirlo de algún modo, la primera punk de verdad que yo ví. Llevaba el pelo claro a media melena, rapado a los lados y de punta en la parte de arriba, unas mallas de rayas verticales y un walkman con el que iba a casi todas partes. Luego en un viaje que hice posteriormente a Madrid, ví a los punkies de verdad, con verdaderas obras de arte en el pelo, con sus gabanes negros, sus maquillajes tristes…Vistos así Isabel era una chica muy normal, pero para una provinciana como yo, sin mucho mundo, pues ella no me pasó nada desapercibida. Pero mi sorpresa aun fue mayor cuando me dijeron que era mi compañera de habitación. Y fue un lujo tenerla de compañera. Con ella descubrí una vez mas que las apariencias a veces engañan. Era una chica sensible, jovial, muy independiente y muy respetuosa también. Si se acostaba después que yo, siempre me preguntaba si había hecho ruído, si me había molestado. Por supuesto que no. La recuerdo como una chica sencilla y amable. Al contrario que Paco ella nunca hablaba de ganar, ni hacía que nadie se sintiese inferior. Tenía una voz impresionante y su presencia en el escenario brillaba más que la de Paco. Y cayó bien a todo el mundo. Tal vez penséis qué importancia puede tener todo esto para recrearme en estas percepciones. Pues la tiene. Cuando llegaron las noches, y las actuaciones con ellas de cada uno de nosotros, fue cuando realmente se tejieron las relaciones entre los participantes. Y esto sucede porque es en el escenario, cuando ves qué hacen los demás. Es ahí cuando surge la admiración, la indiferencia, el compañerismo o la rivalidad. No recuerdo pero creo que actué la cuarta o la quinta noche. Antes de mi actuación ví grupos estupendos como los canarios, o los de Mallorca, o los de Galicia, con Mayte como vocalista y Rafael Pereira con quien fui más afín como bajista, creo, de hecho nos escribimos alguna carta después. Él grabó con un grupo pop que sonó un tiempo, “Los Limones”. También vi a un chico, que iba solo con su guitarra como yo (fuimos los únicos solistas) sufrir en el escenario. Estaba hecho un manojo de nervios y para colmo, se le rompió una cuerda en plena actuación, lo que acrecentó más su nerviosismo. Y vimos la actuación del famoso Paco y de Isabel Montero. Sin duda fue la mejor, la que más impactó por ejecución, puesta en escena … No les faltó detalle. De hecho sus músicos eran profesionales; no estuvieron allí como todos nosotros en el hotel varios días. Fueron para actuar, y cómo no, para la gran noche, como vaticinó Paco. Por eso aquella actuación le dolió a algunos. A mí y a mis padres, solo nos produjo una buena diarrea, lo digo sinceramente, porque nos sentíamos muy pequeños después de verles. ¿ A dónde iba yo sola con mi guitarra…? ¡Y que no se me rompiera una cuerda como al chico aquel!. Tuve que hacer un gran trabajo mental para no acoquinarme con todo lo que estaba viendo allí. De Paco comentaban que todo estaba vendido, que por eso presumía de tener preparado el traje de gala, que sólo alguien con esa seguridad de éxito era capaz de contratar músicos para dos noches, y qué sé yo… Pero para mí todo aquello debía de carecer de importancia. Sólo de trataba de cantar, ni siquiera ya de competir, por lo que se veía que era imposible. La compañía de mis padres me ayudó a distraerme y a ver aquello como una bonita e interesante experiencia.. Mi actuación fue impecable. Me faltó estar más suelta en el taburete, me ví en un vídeo agarrotada. Pero la voz, la guitarra, y las presentaciones de los temas, muy bien. A nadie le fui indiferente. Gustaron mucho mis letras y fui halagada con una mención especial por ello. Carlos Tena me enseñó la unidad móvil de RNE con la que grababan todo, de hecho nos mandó a casa mi actuación en una cassette. Los técnicos de sonido, BERENICE, me sonreían cuando entrábamos al teatro, me felicitaron también. Me sentí valorada pese a lo pequeña y mal que había llegado a sentirme días antes.
Aquella experiencia me aportó mucho en lo musical y en lo personal, me enseñó sobre la relatividad de las cosas, sobre la diferencia que puede haber entre como te ves tú y como te ven los demás, me dio seguridad en lo que hacía y, sobre todo, me enseñó a vivir la música como una forma de expresión, ni mejor ni peor que otras, simplemente la mía. Por supuesto me traje el corazón lleno de buenos recuerdos. Desde aquí un cariñoso saludo a todos ellos, a Isabel, Rafael Pereira, Paco Ortega y a aquel solista que lo pasó tan mal del que, pese a no recordar su nombre, nunca me olvido.

sábado, 15 de marzo de 2008

XI, Murcia Joven 1º Premio y polemica

El “MURCIA JÓVEN” era el concurso más importante que había a nivel regional. Tenía diferentes apartados, artes plásticas (pintura, escultura), literatura, comics fotografía, música (polifonía, rock, folk, canción de autor) … Ahora no sé cómo anda ese tema, pero cuando yo me presenté, por la modalidad de “canción de autor”, era un concurso con cierto prestigio. Si ganabas el primer premio, te daban un trofeo, un diploma muy bonito, cien mil de las antiguas pesetas para que pudieras invertirlas en una maqueta, en comprar un instrumento, o en lo que quisieras, te daban la oportunidad de representar a Murcia en un certámen nacional, al que iban los ganadores de cada comunidad autónoma. Además el diploma mencionado junto con el cheque, lo recogías de manos del Presidente de la Comunidad Autónoma en una recepción a la que éramos invitados los ganadores de cada apartado, en el Palacio de San Esteban, con aperitivo incluido. Editaron, algunos años después de ganarlo yo, un libro con fotos de todos los ganadores en el período 1984 – 1990 en el que también tengo la suerte de estar como ganadora en el 87. Como comprenderéis, todo esto hacía de este un concurso muy especial, del cual me siento orgullosa de haber ganado, aunque como algunas de las cosas que hago, mi actuación no estuvo exenta de polémica, ni dejó indiferente a nadie…
Como conté en el episodio anterior, tenía una maqueta grabada en los Estudios Clips de Molina de Segura, que capitaneaba Santos. Éste me puso en contacto con unos músicos de Jazz, con los que hablé para que tocasen conmigo las canciones que iba a presentar en directo al MURCIA JÓVEN, que tendría lugar en Alhama de Murcia, en un recinto al aire libre. Antes hicimos un trato: si ganaba, repartiría el premio con ellos y si no, no me cobrarían nada. Era primavera, no recuerdo qué día del mes de Abril. Esta época del año suele ser climatológicamente inestable y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Unos días antes del señalado como día del concurso, hubo temporal con mucho viento que deterioró los decorados del recinto, que como dije, estaba al aire libre, de modo que tuvo que aplazarse todo hasta un par de semanas después. Y ocurrió que la nueva fecha le coincidía a los músicos que me iban a acompañar con un concierto que ellos tenían ya programado en otro sitio. Como acordaron que me acompañarían gratis, salvo que yo ganara, y no era seguro que eso fuera a ser así, optaron lógicamente por su concierto, en el que sí cobraban. Estas cosas pasan y bueno opté por presentarme de igual modo. Como tenía la música enlatada, sólo la música, de las canciones a interpretar, mi padre y yo decidimos llevarla y exponerle el caso al jurado. Si les parecía bien, actuaría con la música en playback y la voz en directo, si no pues las cantaría como siempre con la guitarra y punto. Pero el jurado, escuchando el playback previamente, no puso objeción alguna. Primero porque las bases no preveían nada sobre un caso así y segundo, porque actuar así es aún más difícil, ya que tú tienes que ir clavada con la música, no como cuando hay músicos, que pueden ajustarse a ti en caso de un desatino. Y así actué, música enlatada y voz en directo. Hubo un grupo que también llevaban enlatados algunos elementos de percusión, en una caja de ritmos, que les dio problemas por cierto, provocando desajustes entre los músicos. De hecho el jurado les dio un par de oportunidades para comenzar la actuación, pero finalmente aquello no les funcionó. Y creo que fueron ellos quienes pusieron el grito en el cielo cuando me proclamaron ganadora, tras una actuación impecable, según el mismo jurado. Años después conocí a uno de los miembros de dicho jurado y me dijo que por ganar yo el premio, pasó miedo, porque llegó a pensar que de allí no iban a salir enteros ,dada la que se armó. Claro que lo que esta persona no sabe, es que esa gente pasado todo, se hicieron “amigos” míos y me estafaron unas pelas con una maqueta que grabé en el estudio que tenía uno de ellos, cuando no cumplió, su palabra en las cosas que de palabra teníamos acordadas. Y es que mi padre, que como yo, nunca ha tenido ni visto mala intención, les pagaba por adelantado, para tenerles contentos, bueno, más bien tenerle, porque el cabeza pensante de todo aquello fue solo uno, no sé si el resto, que eran familia, sabían qué tramaba. Tampoco es que la cosa fuera grave, pero no nos dio las partituras de los arreglos que ya se habían pagado ni llegó a ser nada como el nos lo pintaba cuando me propuso hacerme arreglos, porque dicho sea que aquella idea partió de esa persona. Pero volviendo al tema del MURCIA JÓVEN, el caso es que lo gané. A día de hoy creo que sigo siendo la única mujer que lo tiene como cantautora, cosa que me enorgullece aunque no me sirva nada más que para contárselo a mis hijos, o a mis nietos cuando los tenga. Y es que estas cosas no te pasan todos los días…
Pasadas unas semanas del concurso el Presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia, que entonces era D. Carlos Collado Mena, nos recibía a todos los ganadores en el Palacio de San Esteban. Fue algo muy bonito que te hacía sentir muy especial. Recibí el premio oficial de sus manos , como el resto, y luego nos agasajaron con un aperitivo informal en el que todos charlamos unos con otros. Fue una experiencia que me motivó sin duda a seguir trabajando, a seguir superándome y que me brindó además la oportunidad de representar a Murcia en lo que sin duda sería otra experiencia inolvidable, en Octubre de ese mismo año en Jaén, el CERTAMEN NACIONAL DE CANCIÓN DE AUTOR.

martes, 4 de marzo de 2008

Memorias capitulo X

Después de aquel momento mágico, se me abrieron muchas puertas, unas solas, como la invitación que Tele-Murcia me hizo a su programa “Cuaderno de Notas” en el que, además de la entrevista que me hizo Griselda Díaz, canté una canción. Otras puertas se abrieron cuando yo me acerqué a ellas y “giré el pomo”, como las de algunos ayuntamientos y entidades como la entonces Caja de Alicante y Murcia, que me ofrecieron contratos para sus fiestas y aulas de cultura. Mi actuación con Aute supuso una magnífica tarjeta de presentación, que siempre he utilizado con la mejor de las intenciones. Con el dinero que iba ganando, me compré una mesita de sonido, de seis canales, una “Talmus”. De este modo mi padre, que era mi manager, facilitaba mis contrataciones diciendo que en el caché, iba incluído el equipo de sonido; vamos, que lo llevábamos todo y nadie tenía que molestarse en buscarnos y pagarnos técnicos, ni nada. Mi padre, además de manager, también hacía las veces de técnico de sonido, cosa con la que, dicho sea de paso, sufría mucho por la seriedad con la que siempre se ha tomado las cosas. Con ese dinero, también grabamos mi primera maqueta. Fue en los Estudios Clips de Molina de Segura. Los llevaba Antonio Santos, al que conocimos porque tenía en esa localidad una tienda de instrumentos musicales, en la que compramos mi primera guitarra, no sé si también la mesa Talmus. No sé cómo se estrechó la relación entre él y mi padre pero terminamos conociendo al ex- pianista de la Orquesta Casablanca, Ramón Climent, que sería quien me hiciera los arreglos musicales, y grabando en los mencionados estudios con Santos, mi primera maqueta. Aquello fue toda una experiencia: por primera vez mis canciones sonaban con violines, guitarras, percusión… ¡ Menudo cambio daban orquestadas!. Hoy sin embargo, mirando aquella aventura desde lejos, me doy cuenta del estrés y de la rapidez con que viví todo aquello. Apenas podía opinar sobre lo que se hacía con mis canciones. Climent trabajaba muy bien y tenía los mejores medios tecnológicos que se pudieran tener entonces. Yo le grababa en una cassette, que él se llevaba a casa, mis canciones. Cuando él tenía algo elaborado sobre dos ó tres, nos llamaba y nos íbamos a su casa, que estaba, si mal no recuerdo en una carretera yendo hacia Mazarrón, no estaba a la vuelta de la esquina, vamos. Era muy amable, nos invitaba a tomar algo y luego escuchábamos lo que había compuesto. Como de primeras, suponía ya un gran cambio, alucinábamos, sobre todo mi padre, que a veces no entendía que algunas cosa no me gustaran, no porque no estuvieran bien hechas, sino porque para mí, a veces una canción podía perder parte de lo que transmitía al desnudo, el sentimiento. El caso es que esa falta de entendimiento entre mi padre y yo nos llevaba a discutir y a hacerme sentir mal, como si menospreciara el trabajo de aquel hombre experto, y lo que era más importante, la ayuda y el sacrifico que mi padre hacía por mí. Tenía yo entonces apenas dieciocho años y ningún estudio ni experiencia musical. ¿Cómo entender que una ignorante como yo, tuviera algo que objetar ante un músico de la talla de Climent?. Finalmente terminamos la maqueta. Trabajamos duro, era verano y hacía mucho calor en el estudio. Paco López, un profesor de guitarra, músico del mejor grupo pop que ha tenido Cieza, hasta ahora, “Los Jaguars”, colaboró con su guitarra en algunas canciones, lo que las humanizaba, dado que todos los instrumentos, eran artificiales. Todos vivimos momentos de gran emoción. Santos se quedaba como hechizado siempre que escuchaba uno de los temas “Que yo te sigo amando”, y siempre decía: -¡Qué bolerazo!...-. Y con aquella maqueta y las fotos del concierto con Aute, y las que iba añadiendo al dossier de presentación, me iba abriendo camino , consiguiendo más contratos. Entonces en proporción a hoy en día, se ganaba más. Con un primer premio te podías llevar cincuenta mil pesetas de entonces, y por un recital ochenta mil. Mi padre nunca quería nada, me lo ingresaba en un plazo fijo, a menos que me propusiera invertirlo en material de sonido o en hacer unos pósters, como de hecho hicimos, pues era otra cosa que te facilitaba las contrataciones; él sabía mucho de eso. Por supuesto, continué presentándome a concursos y ganando algunos premios. Pero de todos los que gané posteriormente, el más importante fue el MURCIA JÓVEN, importante tanto en lo económico como en la proyección que te daba, si sabes aprovecharlo bien como todo, en mi caso.

jueves, 21 de febrero de 2008

IX Experiencias con Aute

Como decía, no sería aquella la única vez que nos viésemos. Al año siguiente, Aute presentaba en Cieza su LP “Cuerpo a cuerpo” en la Plaza de Toros. Era el mes de Agosto, Cieza estaba en fiestas. Mi padre, como en otras ocasiones, había ido a tomar su granizado de café y después se acercó a la Plaza a curiosear con el montaje de los equipos de sonido y esas cosas. Serían las cuatro ó las cinco de la tarde, cuando vió que Aute se encontraba allí, tirado, literalmente, sobre una grada echando una siesta. Mi padre volvió a casa con cierta excitación a contármelo. Me sugirió que podríamos acercarnos e intentar saludarle, porque allí no había nadie más, ni gente de seguridad ni nada… Así que pasado un ratito, nos montamos en su moto y nos fuimos para allá. Apenas habíamos pasado al interior, cuando nos lo encontramos de frente. –“ Hola Luis, veníamos a saludarte…”- dijo mi padre. Aute nos miró y nos sonrió. _”Fuimos a Murcia el año pasado a verte y le dedicaste el disco a mi hija”…”-
- “Claro que me acuerdo, aún estoy esperando la cinta para hacerle un perfil de voz…”
- “¡No me digas que aún te acuerdas!”…- Respondió mi padre con asombro, ofreciéndole un pitillo. Y así empezó una agradable charla entre los tres. Mi padre se disculpó diciéndole que no le enviamos la cinta, porque por no crearme ilusiones, él no había querido darle mayor transcendencia al tema. Le contamos que éramos de Cieza y que iríamos también a su concierto esa noche, y otras muchas cosas, porque él nos preguntaba, y también nos contaba cosas suyas, de una hija que tenía más ó menos de mi edad y tal. Así pasamos un buen rato, charlando él y mi padre de sus peripecias en otra época, cuando en una pausa, me preguntó:- “¿Te gustaría cantar en mi concierto esta noche”?-
- “Sí”.-
Mi padre le dijo que estaba loco, y a mí también me lo dijo. Le contó que en Cieza la gente es algo especial y que por una improvisación como la que pretendía, le podían montar un pollo como el que le montaron, tiempo atrás, al cantante canario José Vélez
(esa noche destrozaron el recinto en el que Vélez actuó, por algo que aclaró sobre la venta de sus entradas)…Pero Aute insistió. Me acompañó hasta su escenario y una vez allí, me ofreció su guitarra y me pidió que cantase algo; quería escucharme. Canté “Las cuatro y diez” y le gustó mucho. Así que siguió insistiéndole a mi padre en que tenía que cantar allí esa noche. Habló después con el contratista para explicarle lo que quería hacer conmigo; éste no puso ninguna objeción. Entonces nos contó su plan: a mitad del concierto me haría una presentación y a continuación yo saldría, y cantaría tres canciones. Quedamos en eso, nos despedimos hasta unas horas después y nos marchamos corriendo a casa, nerviosos, sin salir de nuestro asombro, a contárselo todo a mi madre, que por supuesto creyó que estábamos bromeando. Pero conforme vió que las horas pasaban y que seguíamos hablando del tema, concluyó que la cosa iba en serio. Llamé a las amigas de la pandilla; todas me vieron aquella noche. Fue como una alucinación. Recuerdo más detalles de otras cosas, como la cadencia de los rizos y los hoyuelos de Olga Román, que era muy alegre, el efecto que el eye liner hacía en los ojos de Luis Mendo, embelleciéndolos más, el buen rollo que todos tenían antes de salir al escenario y cosas así, que del momento de mi actuación. De ese momento recuerdo la impresión de ver ante mí una plaza repleta, el silencio que se hizo mientras cantaba y las ovaciones posteriores y los gritos de alguna que otra fémina cuando Aute salió a pedirme que cantase una tercera canción. Y es que por cautela y por consejo de mi padre, antes de nada advertí al respetable que iba a interpretar sólo dos temas, para que supiesen que iba a ser breve. Aute le dijo a mi padre: -“¡Cómo que dos canciones si le he dicho que tres…!”- Mi padre le dijo que sería cosa de los nervios, pero lo cierto era que él mismo me había dicho que cantase sólo dos. Por esa razón cuando me despedía del público, Aute salió al escenario, me rodeó con su brazo y me pidió que cantase una más. El público aplaudía con emoción. Cuando miro las fotos de aquello, puedo ver en ellas las caras de algunas personas, como sus rostros están atentos y sorprendidos a la vez. Aute nos contó después, a mí y a quiénes le entrevistaron esa noche, que después de mi actuación tuvo que variar el orden de las canciones que seguían, porque el público se había quedado “muy arriba” para los temas que le tocaba interpretar. ¡Qué queréis que os diga!, fue más que un sueño hecho realidad. Me entrevistaron en TVE Murcia, en emisoras de radio y aprovechamos aquello para darme a conocer a entidades que podían darme mis primeros contratos como cantautora. De ese modo empezaron mis primeros conciertos, aunque no dejé de presentarme a otros concursos de cierto prestigio, como el regional “MURCIA JÓVEN” que gané en el año 87 en Alhama y que me llevó a disfrutar de una semana preciosa en el CERTÁMEN Nnal. De JAÉN, con gente de la talla de Paco Ortega e Isabel Montero, que por cierto, lo ganaron ese año. Pero de eso os hablaré más tarde. Aquel acontecimiento hizo que en mi pueblo, se me viera ya de otro modo; la gente de mi edad, en concreto chic@s que se reían de mí pues, no sé, por andar inventando canciones, o simplemente por ser diferente, por no compartir sus gustos o aficiones, me trataban ya de otro modo, hasta fueron a mi primer concierto. Por ello sigo estándole tan agradecida a ese hombre. No imaginaba él que pudiera hacerme tanto bien. Creo haberle escrito sobre esto en alguna carta. Después nos hemos visto alguna otra vez, con el permiso de los de seguridad que previa consulta con él me han dejado entrar al camerino a saludarle. La última vez, casi pierdo una carta suya que llevaba conmigo como “salvoconducto”. Fue el 11 de Agosto del 99. Se dijo de ese día que era el “Día de fin del Mundo”. Casi se me cae a mí el mundo encima cuando una tal Carla, manager de Silvio Rodríguez, me pidió que le dejara dicha carta para comprobar y dejarme así saludar a Aute. Actuaban los dos AUTE Y SILVIO en Ceutí. Menudo montaje a todos los niveles. En cuestiones de seguridad, sólo les faltó cachear al respetable mientras entregábamos la entrada. El caso es que esta Carla, se llevó mi carta, y desapareció sin más. Lo que tuvimos que mover para, por lo menos, conseguir que me la devolviera. Me hizo pasar un largo y mal rato y encima, con mal talante, me dijo que no tenía que haberme fiado de ella cuando al fín me la devolvió. Pudimos entrar a saludar a Aute que, como siempre, fue muy atento con nosotros y con otras personas que también entraron a pedirle algún autógrafo. Nos presentó a Silvio, el cual se fue a esperarle a su autobús dejándole allí, y sin hacernos el menor caso, todo sea dicho. Aunque a mí, poco me importó aquello. Esa vez íbamos solos mi novio y yo y me preguntó por mi padre. Es muy buena gente, además de un gran artista. No sé si alguna vez llegaré a ser alguien en esto, pero si así fuera, quisiera tener su sencillez y su cercanía a la gente. Mis sueños con él no terminaron. Quisiera ser alguien para invitarle, con toda humildad y admiración, a un concierto mío y agradecerle, ante una multitud su gesto amable con un fuerte abrazo y una canción. Te deseo todo lo bueno, amigo Aute.

martes, 5 de febrero de 2008

Memorias capitulo VIII

Aquella no sería la única desilusión que me llevase con los concursos. Recuerdo otro, en Stº. Ángel, en el que me dieron un tercer premio, explicándome que querrían haberme dado el primero, pero lo tenían comprometido con una chica oriunda de allí, que después de marcharse a vivir fuera había vuelto a pasar el verano. Al parecer alguien de su familia había tenido una estrecha relación con el lugar y querían poner un bonito final a las vacaciones de esa chica con aquel primer premio. A continuación me explicaron que me habrían dado el segundo, pero como no les quedaba bien los dos premios seguidos a dos chicas, decidieron dar el segundo a un chico y a mí el tercero. A mí la cuestión en sí me daba igual de no haber sido por esas explicaciones, que son las que te ponen de manifiesto los intereses y los rollos que a veces hay detrás de todo. Pero bueno, lo mas bonito, como siempre, fue el público. Canté “Alfonsina y el mar”, el silencio era total y al final más de una persona se acercó a decirme que se había emocionado escuchándome. Y esa es la mejor recompensa. Lo otro está bien para ponerlo en un currículum, por tener unas referencias. Pero a los diecisiete años y sin mas rodaje que unos cuantos concursos, la verdad es que hechos como ese te asombran. Y como de todo se aprende, aprendes también que en la vida no todo funciona haciendo las cosas bien, que muchas veces los esfuerzos, por grandes que sean, no siempre tienen recompensa. Mi padre ejercía cierto control sobre mis ensayos. Si por alguna circunstancia estaba dos semanas sin ensayar me decía: -“Tienes que ensayar y estar preparada, porque no sabes cuando puede llamar a tu puerta una oportunidad”.- Y es cierto. Pero aunque la música siempre me ha llenado de ilusión, a los diecisiete también hay amigas, chicos, y otras preocupaciones que te llevan a hacer un alto en el camino. Andaba, para colmo, atravesando una situación, desagradable en el amor que, unida a cosas como esa… Sin embargo ni los éxitos, ni las desilusiones me hacían sospechar, ni intuir mínimamente el gran acontecimiento que viviría, y que me cambiaría a los ojos de los demás, y a los míos propios para siempre: cantar en la Plaza de Toros de Cieza, mi pueblo, de la mano del mismísimo LUIS EDUARDO AUTE.
Todo empezó, por así decirlo, un año antes, en el 83. Recordaréis que descubrí la música de Aute, desconocido para mí hasta entonces y que tanto me gustaban sus canciones, que en los concursos siempre interpretaba algo suyo. Ese año actuó en Murcia, en el Parque de Fofó, presentando los temas del doble LP “Entre amigos” . Mi padre, que me ha hecho muy feliz llevándome a conciertos de música a los que me hacía una gran ilusión ir, me llevó a éste, cómo no. Nos llevamos el doble LP, porque como dice mi padre, nunca se sabe. Fue una gozada el concierto. Uno de los corresponsales de la SER me reconoció, porque me vió muy poquito antes, en uno de los concursos cantando “Las cuatro y diez”. Nos saludamos y charlamos los tres. Mi padre también hizo radio en su juventud y por ahí fue la charla. Entonces a mi padre se le ocurrió la idea de probar a saludar a Aute y ayudados por aquel hombre, entramos al camerino. Él nos presentó, le habló de que había ganado algunos premios y de que cantaba sus canciones. Luis Eduardo me volvió a preguntar el nombre. Fue muy atento, sencillo, con un trato muy cercano. Charlamos unos diez minutos y me dio, por su cuenta, su dirección de Madrid para que le enviase una maqueta para “hacerme un perfil de voz”, eso dijo. Además me firmó el disco: “A mi guapa colega María Esperanza, con el deseo de que sus canciones vuelen altas y anchas. Un abrazo muy fuerte de tu amigo y colega Luis Eduardo Aute”. No me lo podía creer. Le prometimos que le enviaríamos esa cassette y nos dimos un beso de despedida. Mi padre dijo: -“¿Estás contenta…?. Por supuesto de lo de la cassette, olvídalo. Esas son cosas que se dicen… ¡Qué amable ha sido…!”- Yo iba en una nube. Si no mandábamos la cassette, ¿qué más daba?. Yo no podía dar crédito a tener entre mis manos el doble LP, que tantas veces había escuchado, firmado por el mismo Aute. Para mí eso ya era demasiado. Pero no terminaría la cosa ahí… Decía mi padre que nunca se sabe cuando va a llamar una oportunidad a tu puerta… Aún me aguardaba otra gran sorpresa, en Cieza, al año siguiente.

viernes, 1 de febrero de 2008

Memorias capitulo VII

Como decía, fue a través de los concursos de música como empecé mi trayectoria musical. El primer premio de Fuente Álamo me dio mi primer concierto, meses después, en un instituto de enseñanza, dentro de las actividades que organizaron para la fiesta de patrón Stº Tomás de Aquino. Yo era de la misma edad que muchas de las chicas del público. Me escuchaban con sorpresa cantar temas de autores conocidos y mis propias canciones, claro que por entonces eran unas siete u ocho.
Fue ese verano del 84 cuando me presenté a otro concurso, que gozaba de cierto renombre en la región. Se hacía en el pueblo de Beniel, pueblo limítrofe ya con la Comunidad Valenciana . Se decía que de ese concurso salió, no recuerdo qué cantante famoso. Por aquel entonces gobernaba , en el citado lugar, la derecha política, liderada por José Manzano, dueño de los “Aceites Manzano”, al menos en aquel tiempo. Por lo que viví y por lo que supe después, este era un señor de esos que quedaban de la época del franquismo. Tenía el poder en el pueblo, no ya por haber sido votado democráticamente, sino porque el que más y el que menos, trabajaba en sus fábrica de aceite de oliva . Lo consideraban el dueño del pueblo. Hubo una anécdota que salió en la TVE regional, de un sacerdote al que quiso expulsar de allí, porque en una omilía dijo, que en la Casa de Dios no había lugares de preferencia. Al parecer , el Sr. Manzano acostumbraba a ocupar con su familia, algún banco en concreto, banco que encontró ocupado, motivándose el enfado del Sr. Alcalde. Ese enfado dio lugar a las palabras del sacerdote, que si no fue expulsado sería, entre otras cosas, porque los feligreses salieron a la calle a manifestarse en contra. Os cuento todo esto para que entendáis mejor el porqué de aquella desventura…
En todos los concursos era habitual, enviar una maqueta, una cinta cassette con dos ó tres canciones, para que el jurado escuchase con antelación, cómo lo hacían los aspirantes y realizar así una selección previa de concursantes. Una vez te admitían, actuabas como participante ante el público. Para el de Beniel no se enviaban maquetas. Nos citaron un sábado, no recuerdo si a las 9 ó las 10h. de la mañana en el Salón de Plenos del Ayuntamiento para oírnos. Frente a nosotros, en una mesa alargada, custodiada en sus extremos por un guardia civil, teníamos al jurado: el SR. Alcalde, el Dtor. De la Banda de Música, y un concejal. Frente a ellos, en sillas alineadas en filas, estábamos los aspirantes a participar. En la puerta del Salón había algunos corresponsales de periódicos y de emisoras de radio, como la SER .El silencio en la sala era muy tenso. Uno de los aspirantes pretendió romperlo tímidamente para preguntar algo, y digo pretendió, porque antes de que pudiese hacerlo, el Sr. Alcalde le cortó en seco gritando: - ¡“Aquí las preguntas las hacemos nosotros “! – Podéis imaginar cómo nos sentíamos todos allí, a esas horas en las que apenas te sale la voz del cuerpo, con ese ambiente tan relajado. Una vez te preguntaban el nombre, la procedencia, y el título de la canción, cantabas unos segundos y te cortaban para decirte si sí o si no. Conmigo en principio fue sí. Canté nada una ó dos frases de “Las cuatro y diez”. Afuera los corresponsales deseaban preguntarnos sobre nuestra impresión en esa preselección tan insólita, además el de la SER y alguno más, fueron testigos del “aquí las preguntas las hacemos nosotros”, lo que aumentó su curiosidad.
El concurso era una de las actividades importantes de sus Fiestas Patronales. Una orquesta, que casualmente era de mi pueblo ( “96 Octanos”), acompañaría a los concursantes que lo quisieran, haciendo unos ensayos unas horas antes del evento. Se cerraban 3 ó 4 calles públicas, con vallas metálicas para crear un recinto al que se accedería pagando una entrada. Una vez dentro, si querías sentarte, tenías que pagar la silla. No recuerdo si mis acompañantes, mis padres y dos amigas, tuvieron que pagar, pero sí que mi padre discutió el asunto con los porteros porque había que comprar la entrada. En el recinto, a la izquierda , había una barra con bebidas que tampoco eran gratis. Entre la barra y el escenario que se situaba al entrar a la derecha, estaban las sillas alineadas para el público. Justo al pié del escenario, la mesa del jurado, surtida de refrescos y otras bebidas, era ocupada por el Sr. Alcalde la Reina de las Fiestas, el Dtor. de la Banda …Como en otros concursos, los estilos musicales eran dispares, aunque en este se notaba más esa diferencia. Hubo desde canción española, hasta canción lírica interpretada con un piano acompañando. No recuerdo en qué lugar actué. Interpreté dos canciones. Con la primera, bien. ¡Pero con la segunda..! ¡Fueron palabras mayores para un jurado como aquel!. Inocente no pensaba yo que aquella canción fuera a provocar tal desenlace. Mi padre tampoco reparó en ello, si no , no me habría dejado cantarla allí. Se trataba del “Sólo le pido a Dios” que tan famoso hizo Ana Belén. Me descalificaron inmediatamente. Me quedé hecha un trapo, mis amigas no sabían qué decir. Mientras abandonaba el lugar, la orquesta me despedía con “A mi manera” y la melodía alimentaba más mis ganas de llorar. Me esforzaba en simular que no tenía la cosa mayor importancia, pero era duro. Había quien se inclinaba al paso para decirme en voz bajita: :- “Nena muy bien, has estado muy bien”-. Y yo sonreía agradecida.
Al año siguiente volví a participar. Esa vez se enviaban maquetas para la preselección. Ya en el escenario, canté dos de mis canciones a las que le hice arreglos para que me acompañase la orquesta que, esta vez, era otra en la que tocaba el que me hiciera los arreglos, Ramón Climent ( músico antes de la “Casablanca”). Quedé en cuarto lugar, porque entregaban no sé si eran 8 ó 10 premios. No estuvo mal después del fracaso anterior, pero ya no lo intenté allí nunca más y nunca más he vuelto a saber ni de aquel concurso, ni de aquel lugar…

jueves, 24 de enero de 2008

Memorias capítulo VI

Otra vez estaba entre bambalinas, oyendo a los presentadores hablar al público. El auditorio estaba repleto, todo era casi igual que la noche anterior. Era como si nada se hubiese movido, ni siquiera la gente de una noche a otra. Sólo yo había cambiado. La noche anterior llevaba una camisa de gasa rosa, que mi madre me prestó porque me gustaba mucho, y en ésta vestía mi camisa azul, la que al año siguiente, llevaría en mi actuación en el concierto de Aute… La guitarra me la prestó un chico, Lisón, que me conocía sólo de vista. Yo no tenía guitarra que pudiera enchufarse a un equipo de sonido y mi padre, que todo lo llevaba en mente, sabía que este tipo de guitarras daba más calidad de sonido que la mía, una española corriente a la que tendrían que ponerle un micro delante.. Tenía de nuevo las manos frías mientras esperaba turno tras el escenario. Mi padre me decía algo sobre “la soledad del artista”, pero apenas le presté atención porque el galope de emociones, recuerdos, pensamientos sobre quién me vería, quién no habría ido, el deseo de no defraudar y las ganas de salir, me tenían aturdida. Por fin el momento de actuar. Algunos aplaudían con entusiasmo “Posiblemente me vieron ayer”- pensé.
Con la luz de los focos no distingues a las personas, a menos que estén en la primera fila. Además, mejor no tratar de distinguir a nadie; puede traer terribles consecuencias, y más siendo tan inexperta y estando tan nerviosa. Como por arte de magia empecé a cantar, tranquila dominando la situación. Esta vez el primer tema era “De alguna manera”, también de Aute. Mi padre decía que era bueno interpretar algo conocido, para que la gente y el público pudieran tener una referencia con la que comparar. El micrófono se bajaba al no ajustar bien la barra que lo sujetaba y conforme cantaba, tenía que bajar mi cabeza para no quedarme sin él. Terminado el primer tema, el público aplaudió, el técnico de sonido trató de ajustar mejor el micro y empecé la segunda canción, mi tema “Canto a la vida”. La gente reaccionó de nuevo como la noche anterior. Pero en los concursos, no siempre puedes fiarte de la impresión que el público te cause porque su opinión puede alejarse mucho de la del jurado (como ocurriría en otros como el de Beniel o Santo Ángel, de los que hablaré más adelante). Eso trataba de explicarme mi padre para que no me hiciera demasiadas ilusiones. Él sabíaq mucho de ilusiones y desengaños. Finalmente los presentadores revelaron la decisión del jurado.
Obtuve el PRIMER PREMIO general del concurso y otro PRIMER PREMIO A LA MEJOR COMPOSICIÓN en mi primera vez y con sólo dieciséis años. Pero lo cierto es que nadie es profeta en su tierra y en menos de veinticuatro horas, ya había quien decía que si tal y que si cual por llevarme todos los premios. Yo tenía sólo dieciséis años y estaba muy confusa. Por un lado muy contenta por el éxito. Por otro no comprendía que la gente que me aplaudió pudiera opinar después con tanta malicia.
Pasaron algunas semanas y ya todo se había diluído, pero en mí permanecían las sensaciones de la experiencia vivida. ¿Y si probara suerte en otro sitio?. La idea de concursar en otro lugar me rondaba la cabeza de vez en cuando. Aquella idea mantuvo mi ilusión y mis ganas de ensayar más y crear nuevos temas, De ese modo acabé en el concurso “PEDRO POP” de Las Palas en Fuente Álamo de Murcia, al año siguiente. Por aquellos años se hacían en la región varios concursos de este tipo, muy publicitados y con premios muy golosos. Mi padre se informaba de ellos y me llevaba. Y me llevé también el PRIMER PREMIO del “PEDRO POP”. Algunas cadenas de radio que se habían hecho con la noticia, me llamaron a casa para entrevistarme; todo era muy bonito y excitante. Como en esos concursos, además del trofeo, te daban el premio en metálico, me compré mi primera guitarra, una Morris Tornado de caja redonda acústica, con la que me subiría a muchos escenarios. Mi padre estaba animado y así comenzó mi trayectoria por los escenarios…

sábado, 12 de enero de 2008

Memorias capítulo V

Aquella era una noche de Agosto, el auditorio, al aire libre, estaba casi recién estrenado. Me recordaba a los anfiteatros romanos pero en versión mucho más sencilla. Las gradas de cemento estaban repletas de gente de todas las edades: niños, jóvenes y adultos se movían de aquí para allá, saludando o buscando un hueco donde sentarse. El cielo, presagiando una noche intensa, estaba cuajado de estrellas que me parecían hacer guiños una y otra vez, como si jugaran traviesas. Se hizo el silencio porque el concurso comenzaba. No sé si fue presentador o presentadora quien dió paso al primer concursante de la noche. Tampoco recuerdo en qué lugar salí yo. Sólo recuerdo que mi padre me hizo caer en la cuenta de que estaba nerviosa, pues con la emoción, ni siquiera me había percatado de ello.
- ¿Estás nerviosa?- preguntó
- No – le dije
- Pues tienes las manos frías – me susurró sonriendo.
Era cierto. Yo siempre tengo las manos muy calientes. De niña, mi abuela a veces posaba sus labios en mi frente para valorar si tenía fiebre porque mis manos estaban ardiendo. Incluso cuando trabajaba como auxiliar de enfermería con los ancianos, éstos agradecían el calor que aún a través de los guantes de látex desprendían mis manos. Aquella noche no me había dado cuenta de que las tenía como el mármol hasta que me lo advirtió mi padre. Eso me pondría aún más nerviosa, porque temía que esa frialdad me dificultase tocar la guitarra. Menos mal que no tendría tiempo de pensar en nada más, el presentador me estaba dando paso. Aquel fue un concurso muy variopinto, con una mezcla total de estilos. Hubo quien cantó por Roberto Carlos, algún grupo de pop-rock, yo con mi propia canción… Había que interpretar dos temas. Primero canté “Las cuatro y diez” de Aute, para terminar con la canción que compuse para la ocasión, “Canto a la vida”, un tema inocente, que habla de los gustos e inquietudes que llevaban a cantar a una criatura de dieciséis años, la que era yo entonces. El silencio total dio paso a una explosión de aplausos. Nunca hasta ese momento, había vivido algo así. Al parecer el público había disfrutado con lo que oyó. La gente pasó un buen rato, supongo, porque oía sus felicitaciones por el estrecho pasillo que quedaba, cuando volvía al rincón donde había esperado mi turno. Quedé clasificada y volvería a actuar la noche siguiente.