martes, 4 de marzo de 2008

Memorias capitulo X

Después de aquel momento mágico, se me abrieron muchas puertas, unas solas, como la invitación que Tele-Murcia me hizo a su programa “Cuaderno de Notas” en el que, además de la entrevista que me hizo Griselda Díaz, canté una canción. Otras puertas se abrieron cuando yo me acerqué a ellas y “giré el pomo”, como las de algunos ayuntamientos y entidades como la entonces Caja de Alicante y Murcia, que me ofrecieron contratos para sus fiestas y aulas de cultura. Mi actuación con Aute supuso una magnífica tarjeta de presentación, que siempre he utilizado con la mejor de las intenciones. Con el dinero que iba ganando, me compré una mesita de sonido, de seis canales, una “Talmus”. De este modo mi padre, que era mi manager, facilitaba mis contrataciones diciendo que en el caché, iba incluído el equipo de sonido; vamos, que lo llevábamos todo y nadie tenía que molestarse en buscarnos y pagarnos técnicos, ni nada. Mi padre, además de manager, también hacía las veces de técnico de sonido, cosa con la que, dicho sea de paso, sufría mucho por la seriedad con la que siempre se ha tomado las cosas. Con ese dinero, también grabamos mi primera maqueta. Fue en los Estudios Clips de Molina de Segura. Los llevaba Antonio Santos, al que conocimos porque tenía en esa localidad una tienda de instrumentos musicales, en la que compramos mi primera guitarra, no sé si también la mesa Talmus. No sé cómo se estrechó la relación entre él y mi padre pero terminamos conociendo al ex- pianista de la Orquesta Casablanca, Ramón Climent, que sería quien me hiciera los arreglos musicales, y grabando en los mencionados estudios con Santos, mi primera maqueta. Aquello fue toda una experiencia: por primera vez mis canciones sonaban con violines, guitarras, percusión… ¡ Menudo cambio daban orquestadas!. Hoy sin embargo, mirando aquella aventura desde lejos, me doy cuenta del estrés y de la rapidez con que viví todo aquello. Apenas podía opinar sobre lo que se hacía con mis canciones. Climent trabajaba muy bien y tenía los mejores medios tecnológicos que se pudieran tener entonces. Yo le grababa en una cassette, que él se llevaba a casa, mis canciones. Cuando él tenía algo elaborado sobre dos ó tres, nos llamaba y nos íbamos a su casa, que estaba, si mal no recuerdo en una carretera yendo hacia Mazarrón, no estaba a la vuelta de la esquina, vamos. Era muy amable, nos invitaba a tomar algo y luego escuchábamos lo que había compuesto. Como de primeras, suponía ya un gran cambio, alucinábamos, sobre todo mi padre, que a veces no entendía que algunas cosa no me gustaran, no porque no estuvieran bien hechas, sino porque para mí, a veces una canción podía perder parte de lo que transmitía al desnudo, el sentimiento. El caso es que esa falta de entendimiento entre mi padre y yo nos llevaba a discutir y a hacerme sentir mal, como si menospreciara el trabajo de aquel hombre experto, y lo que era más importante, la ayuda y el sacrifico que mi padre hacía por mí. Tenía yo entonces apenas dieciocho años y ningún estudio ni experiencia musical. ¿Cómo entender que una ignorante como yo, tuviera algo que objetar ante un músico de la talla de Climent?. Finalmente terminamos la maqueta. Trabajamos duro, era verano y hacía mucho calor en el estudio. Paco López, un profesor de guitarra, músico del mejor grupo pop que ha tenido Cieza, hasta ahora, “Los Jaguars”, colaboró con su guitarra en algunas canciones, lo que las humanizaba, dado que todos los instrumentos, eran artificiales. Todos vivimos momentos de gran emoción. Santos se quedaba como hechizado siempre que escuchaba uno de los temas “Que yo te sigo amando”, y siempre decía: -¡Qué bolerazo!...-. Y con aquella maqueta y las fotos del concierto con Aute, y las que iba añadiendo al dossier de presentación, me iba abriendo camino , consiguiendo más contratos. Entonces en proporción a hoy en día, se ganaba más. Con un primer premio te podías llevar cincuenta mil pesetas de entonces, y por un recital ochenta mil. Mi padre nunca quería nada, me lo ingresaba en un plazo fijo, a menos que me propusiera invertirlo en material de sonido o en hacer unos pósters, como de hecho hicimos, pues era otra cosa que te facilitaba las contrataciones; él sabía mucho de eso. Por supuesto, continué presentándome a concursos y ganando algunos premios. Pero de todos los que gané posteriormente, el más importante fue el MURCIA JÓVEN, importante tanto en lo económico como en la proyección que te daba, si sabes aprovecharlo bien como todo, en mi caso.

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