miércoles, 2 de julio de 2008

XII, Viaje a Madrid de la mano de Sabina.

Después de aquella bonita vivencia en el Certamen Nnal. De Jaén, decidimos ir a Madrid. Digo decidimos, porque mi padre siempre estaba conmigo en todo esto. De hecho, como ya he dicho alguna vez, creo que muchas de las vivencias que he tenido en el mundo de la música, no habrían tenido lugar de no haber sido por la disposición que mi padre manifestaba para ayudarme.
El viaje a Madrid no fue porque sí. Tuvo lugar por Noviembre. Todo empezó porque ese verano Sabina vino a Cieza. Estaba con la gira que promocionaba su doble LP “Sabina y Viceversa”, de grandes éxitos. Parra Molina , un conocido agente de espectáculos, que por entonces traía a todos los grandes artistas, me conocía y me lo presentó durante los ensayos. Sabina nos dijo que nos esperaba en el hostal donde se alojaba, el Mesón del Moro, para charlar y tal. Así que a la hora que nos dijo, mi padre y yo nos presentamos en su habitación. Nos recibió con mucha simpatía, nos presentó a sus músicos, me firmaron el disco Paco Beneyto (batería) y Manolo Rodríguez (guitarra). Sabina nos pidió que le acompañásemos al comedor invitándonos a cenar con el. Y fue entonces, cuando nos animó a que fuésemos a Madrid; nos echaría una mano en la entrega de mi primera maqueta a las discográficas y por supuesto nos daría la oportunidad de actuar en su local, el “ELIGEME”, local que por entonces tenía compartido creo que con un tal Claudí, no recuerdo ahora si era un periodista o qué. El local estaba en el barrio de Malasaña, eso sí que lo recuerdo…Nos dio su telefono y nos insistió varias veces en que teníamos que ir, y desde luego llamarle antes. Mi padre le dijo que lo pensaríamos y así quedamos. Abandonamos el hotel borrachos de promesas e ilusiones. Vimos el concierto con mucha emoción y una vez finalizado Parra Molina nos acompañó hasta el bajo donde Sabina se refugió tras terminarlo. Allí nos despedimos de él me dedicó el disco, y nos animó una vez más a ir a Madrid.
Yo nunca había estado en Madrid, fuimos dispuestos a pasar quince días. Antes telefoneamos a Sabina, a Aute que nos advirtió que andaba muy liado con una exposició de pintura que estaba preparando y a mi paisano el pintor Pepe Lucas, que fue como una ola de aire fresco en el tiempo que compartimos con él. Ya estábamos alojados en un hostal y todavía no habíamos conseguido contactar con Sabina. Llevábamos tiempo intentándolo, pero nada. Quedamos en vernos con Aute, que hizo por estar una noche, un ratito con nosotros en el “Elígeme”. Llegar hasta aquel local era una aventura, pero si aventura era llegar, no os digo irse de allí… A las tres de la mañana, no había taxista que quisiera parar allí a recoger a nadie y marcharte de allí andando era jugártela. A pesar de los pesares, estuvimos apareciendo por allí varias noches, hasta que al fín vimos a Sabina. ¡Sabina!. No me avergüenza decir que si habló con nosotros cinco minutos, ya estoy diciendo mucho. Nos invitó a tomar lo que quisiéramos y eso fue cuanto hizo por nosotros. Seguramente alguien podría decirme “tratándose de Sabina eso es lo más normal”. Posiblemente habrá quién se lo ría todo por ser simplemente quien es. Pero a mí nunca se me ocurriría animar a hacer un viaje de tres horas a alguien ofreciéndole mi ayuda e ilusionándole, para luego dejarle en la estacada. Asimilando que todo se trataba de una jugarreta por su parte, tratamos de tomarnos las cosas de la mejor forma posible. Fuimos por nuestra cuenta con nuestra cinta bajo el brazo, como una auténtica provinciana, y a mucha honra, a algunas casas discográficas en las que dejamos una maqueta con más pena que gloria. Visitamos los estudios de Jose Luis Moreno, con quien pudimos hablar, y nos invitó a ver la grabación de uno de los programas de noche, que por entonces presentaba. El pintor Pepe Lucas nos invitó a pasar un día con él; nos llevó a “Perico Chicote” al “Café Gijón” , nos enseñó su estudio donde disfrutamos viendo pinturas maravillosas. Fui al cine a ver “La Misión”, un cine en el que aluciné con el sonido que tenía. Monté en metro, ví El Retiro…Y antes te que transcurriesen los quince días nos vinimos a casa. Yo no sentía que pintara nada allí, me sentía perdida como un pájaro en un garaje, extraña como un barco sin polizones, violenta como un niño sin cumpleaños, como diría Sabina, el mismo que viajaba en trenes que iban a ninguna parte, el mismo que por sus canciones parece tan cercano, hasta con los grupos mas marginales, el mismo que es de los mejores cantautores que ha parido este país, Sabina, el mismo que una vez me engañó a mí.

No hay comentarios: